El servicio de búsqueda de Google es, para agrado de unos y rechazo de otros, el mejor buscador que existe en Internet actualmente. La gran mayoría de sus usuarios posee al buscador como página de inicio en sus navegadores, y desde allí acceden a (casi) todo lo que necesitan. Sin embargo, ahí está el detalle. “Casi” todo.
Google ha mejorado mucho los resultados de sus búsquedas, pero aún tiene que luchar contra lo que podría considerarse el mayor enemigo de todos los motores de búsqueda en la red: La interpretación semántica. El CEO de Google Eric Schmidt utilizó una frase muy adecuada: “Google necesita moverse de palabras a significado“. El objetivo de Google es que el buscador deje de realizar simples comparaciones de palabras, y de hecho “comprenda“ lo que el usuario está solicitando. Por ejemplo, si yo escribo: “¿Dónde puedo encontrar una buena receta para preparar nachos?”, me devuelve varios sitios con la receta para los nachos, pero no sabe interpretar lo que es una “buena receta”, ni entregármela directamente.
Schmidt al fondo, junto con Sergey Brin y Larry Page, mentes maestras de Google.
Durante una entrevista que Schmidt mantuvo con el sitio TechCrunch, comentó que en una charla con Sergey Brin, co-fundador de Google y número 26 en la lista de las personas más ricas del mundo, Sergey dijo a modo de broma que lo correcto sería “conectarse directamente con el cerebro“. Con eso estaría todo solucionado, y Schmidt agregó: “Si tú pensaras algo y nosotros supiéramos a qué te referías, podríamos ejecutarlo, y podríamos hacerlo en paralelo“. Apenas un fragmento de una charla casual entre dos de los hombres más poderosos del planeta.
Google todavía tiene mucho camino por recorrer, y puede que tarde o temprano pueda alcanzar un nivel tal que entregue la respuesta exacta a una persona interpretando y comprendiendo cada palabra que fue ingresada en el buscador. Sin embargo, ¿alcanzará con sólo entender al cerebro humano, o en un futuro lejano se necesitará una interfaz física? Si al fin y al cabo descubrimos cómo funciona el cerebro humano y reproducimos ese funcionamiento, ¿pasaría la inteligencia artificial a cumplir un papel fundamental? Son apenas vagas especulaciones en una época en la que todavía luchamos para tener una conexión a Internet decente, ¿pero por qué no dejo de imaginarme a un par de locos en Google con cables de red metidos en sus orejas…?
Fuente: NeoTeo
“La web 3.0 nos llevará a la internet de las cosas, en donde todas las aplicaciones y los objetos van a tener la potencialidad de interactuar unos con otros. La clave será la interconexión total”, disparó el hombre que creo hace más de 30 años los protocolos de comunicación que aún hoy utilizan los sistemas operativos para gestionar el acceso a la red de redes.
La proyección les permite a los actuales consumidores de la red ilusionarse con una internet que les concederá el control pleno de sus objetos a distancia, ya sea a través de dispositivos móviles u otras plataformas que el propio desarrollo de la plataforma se encargará de diseñar con el paso de los años.
Para ello jugarán un rol esencial los sensores, que tendrán la función de monitorear y difundir la información precisa que necesitan los consumidores finales de la red. Por ejemplo, la web 3.0 podría permitir que una persona reciba mensajes de texto en su celular con un reporte de cómo está trabajando el sistema de calefacción que tiene en su hogar. De este modo, este usuario podrá regular qué temperatura desea encontrar en su hogar para cuando deba regresar luego de su jornada laboral.
El grado de conectividad de la internet del futuro será tal, que Cerf imagina posible que alguna persona instale un sensor en los corchos de los vinos que tiene en su bodega para conocer en tiempo real si el proceso de refrigeración está funcionando adecuadamente y actuar en consecuencia.
La web 3.0 permitirá también un acceso inmediato a juegos, películas y canciones a través de los clásicos dispositivos de audio y video que actualmente consumen las familias. Así, la idea de alquilar un DVD o ir al cine para ver el último estreno pasará rápidamente a los recuerdos de la evolución y desarrollo de las sociedades modernas.
“Todo va a formar parte de internet”, sintetizó Cerf, quien alertó que aún existen algunos desafíos para explorar y analizar cómo se debe trabajar para que las personas “naden en un mundo de información“ y encuentren verdaderamente los contenidos que desean consumir.
Todo estará en la “nube”
El desarrollo de la interconectividad en la red generará un nuevo paradigma en donde la información estará almacenada en servidores profesionales de las grandes compañías, lo que algunos especialistas del sector se han inclinado por denominar la “nube”.
“La necesidad de tener programas instalados en las computadoras personales será algo del pasado. Todo estará en la nube, que ofrecerá posibilidades enormes. Ese es el camino del futuro”, explicó Alexandre Hohagen, director general de Google para América Latina.
Este nuevo concepto de “nube” evade la idea de que los usuarios estén cargo de servidores individuales y deja atrás para siempre el miedo a perder información personal por una falla en el hardware o un descuido personal. Así, el acceso a la red será el nexo entre los usuarios y su propia información.
Esta idea fulmina para siempre los soportes físicos de información y nutre aún más de relevancia los dispositivos móviles, que adquirirán un rol protagónico en las vidas de las personas.
El papel, amenazado por los medios digitales
Según Cerf, también conocido como “evangelizador” de la web, este proceso de desarrollo se transformó en una amenaza de muerte para los periódicos impresos de todo el mundo, quienes se encuentran en un período de mutación a otras formas de difundir la información.
Es que las necesidades de los consumidores y la ecuación empresarial costo-beneficio confluyen para que el avance de los medios digitales de información tenga una perspectiva prácticamente inimaginable.
De hecho, hoy la red entrega un sinfín de posibilidades a los usuarios que nunca podrán ser alcanzadas por los tradicionales medios escritos. Por caso, la red permite que los consumidores de información puedan acceder a contenidos históricos al instante, o interactuar directamente con el difusor de formas que hasta hace muy poco tiempo eran inimaginadas.
Este sorprendente avance de los medios digitales generó también un gran desafío para todos los actores que forman parte de la red: cómo compensar los derechos de autor. Sucede que en la red existe una muy baja proclividad de los usuarios a pagar por acceder a los contenidos, y esto ha llevado a los especialistas a plantear el debate sobre qué deben hacer los países para legislar sobre el acceso a las redes.
Del mismo modo que se plantea este y otros interrogantes sobre la internet del futuro, habrá que preguntarse ahora cómo van a reaccionar los usuarios, las empresas y los gobiernos para estas canillas enormes de información que se abren cada día más. ¿Estarán preparados?
Fuente: Infobae.com